Archive for marzo 2009

Sin capitalismo no hay libertad política

marzo 31, 2009


Algunos manifestantes en las demostraciones de esta semana contra el G20 están demandando el «derrocamiento» del capitalismo. Bueno, hay muchas cosas que se le pueden hacer al capitalismo -puede ser socavado, suprimido, saboteado, o aún ilegalizado- pero no puede ser «derrocado» porque no tiene poder en sí mismo.
De hecho es lo contrario a una tiranía. Se trata solamente de la aglomeración de todas las transacciones hechas entre jugadores individuales y corporativos en un mercado abierto. Algunas personas pueden ganar poder a través de esas transacciones pero ese poder es transitorio y contingente sobre su propio éxito financiero: no están instalados en posiciones inmutables de las que pueden ser removidos por la fuerza en un golpe de estado.
El problema con que luchamos ahora -y que seguramente el G20 no podrá resolver- es en qué medida los organismos que tienen poder deben socavar, suprimir, sabotear o aún ilegalizar la práctica del intercambio capitalista.
Los que hablan de «derrocamiento» del capitalismo están empeñados en mostrarlo como un sistema de gobierno en un preciso paralelo con el socialismo cuando, en realidad, el capitalismo no es un sistema en el sentido ideológico.
Si algo es, es un anti-sistema: la suma de comportamientos humanos mientras satisface deseos y necesidades particulares. Puede ser descripto en términos antropomórficos, como «despiadado» o «benigno», pero no tiene motivos ni objetivos en sí mismo. (Gordon Brown luce más engreído que de costumbre cuando insiste que los mercados necesitan tener «valores»: sólo las personas tienen valores; los métodos de intercambio no tienen).
Está en el interés de la izquierda hablar como si el capitalismo y el socialismo fueran precisamente análogos porque pueden ser vistos como competidores en malos tiempos; la economía dirigida en contraposición a la economia de mercado puede ganar el certamen de popularidad. Pero este falaz argumento en el que, lamento decir, cae un gran número de personas bien intencionadas, es muy peligroso: el capitalismo no es un «ismo», por lo que el término «economía de libre mercado» es mucho más apto.
Cuando defendemos al capitalismo, estamos defendiendo el principio político de libertad, no proponiendo un tipo de rígida organización económica sobre otro. El debate se está confundiendo irremediablemente gracias a esos nuevos conversos a la libre empresa -políticos como Brown que creen que los mercados sólo deben subsistir si pueden ser obligados a servir propósitos izquierdistas.
Por lo tanto, la idea de que la discusión que dominará la cumbre será puramente económica es totalmente equivocada: esto es sobre politica. El desacuerdo fundamental entre Estados Unidos y Europa se reduce a nada menos que la cuestión de si el gran experimento de 200 años en democracia nacional -gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo- sobrevivirá.
La gran disputa sobre la preferencia americana por estímulo fiscal, opuesta a la prioridad europea por regulación global, está en el corazón de esto. Europa puede asumir esto ahora mismo: Barack Obama no permitirá que Estados Unidos sea vigilado por ninguna autoridad regulatoria internacional, no sólo porque pone la recuperación económica de su propia nación sobre cualquier otra preocupación (y desde el punto de vista del resto del mundo esto no es mala cosa ya que la recuperación americana es esencial para el futuro de la economía mundial), sino porque hacerlo supondría entregar la responsabilidad democrática de su gobierno y de los futuros gobiernos de Estados Unidos a un organismo en el que no participarán los votantes americanos.
Al contrario que en Europa -donde históricamente el compromiso con la democracia ha sido intermintente- Estados Unidos tiene poca dificultad con la pregunta «¿quién tiene que estar a cargo de nuestro futuro?». La respuesta es siempre, «nosotros, el pueblo». El auto-gobierno democrático, y el concepto de libertad personal que lo sustenta, viene primero y último.
Por lo que la rabia en Estados Unidos sobre los banqueros (y el reciente furor por las compesaciones en AIG) fue más personal que política: la furia fue contra individuos que habían abusado de la libertad del mercado y que tenían que ser castigados como individuos.
Cuando la crisis pegó por primera vez, la abrumadora mayoría de los americanos estaban vehementemente opuestos a cualquier salvataje bancario. Por eso el primer paquete de rescate de Hank Paulsen fue rechazado por el Congreso: los banqueros la habían embarrado y no iban a ser rescatados (diablos, no) del agujero con dólares de los contribuyentes.
La población de Estados Unidos tuvo que ser laboriosamente persuadida de que si caía Wall Street la seguiría Main Street antes que se dieran cuenta: estaban mucho más inclinados a creer que se debían sacrificar los bancos antes que darles los dineros duramente ahorrados por la gente común para salvarlos. Tu aceptas las consecuencias de tu propia estupidez: ese es el precio de la libertad. Enfrentados al daño que tales quiebras bancarias habrían causado a la mayoría de la población, los americanos cedieron, pero sospecho que muchos todavía creen que podían haber reconstruido sus vidas y la economía desde los escombros mediante su propio esfuerzo y resistencia.
La buena noticia es que aún en Inglaterra, más allá de nuestras acaloradas discusiones sobre el futuro del capitalismo, parece haber poco apetito por una economía dirigista que lo sustituya. Porque la gente está tan disgustada con los políticos que han malgastado sus dineros como con los banqueros que les han malprestado; desconfían del estado tanto como detestan a los bancos. Y no están para nada seguros de cómo la noción de regulación internacional los afectará.
Todo el mundo les dice que la cooperación global (que suena tan lindo) es necesaria para sobrevivir, pero nadie dice que significará realmente en términos de sacrificio del poder que tienen sobre su propio gobierno, aún en la atenuada versión que aún existe en la Unión Europea. Cuando la gente está preocupada por su propia supervivencia, es muy fácil persuadirla de suspender lo que parece como un concepto abstracto de democracia. Pero una vez que han entregado, como ciudadanos, ese poder de freno sobre su gobierno electo, pueden irse despidiendo del mismo para siempre.
Definitivamente, debemos continuar defendiendo el caso moral del capitalismo, pero parece que también tendremos que defender el caso de la democracia. La gente no debe ser intimidada para que crea que la seguridad económica debe comprarse al precio de sus derechos políticos. La palabra operativa en la frase «economia de libre mercado» es «libre».
Traducción del artículo titulado «G20: If capitalism is ‘overthrown’, we’ll lose our political freedom» por Janet Daley. Daily Telegraph, 29-03-2009

De Posadas: Certeza, ley, desmonopolización, desregulación, flexibilización laboral y menor gasto

marzo 30, 2009

(…) Hay cosas que se pueden hacer. Cosas relevantes, me refiero. No bajar algún punto de IVA, derogar el secreto bancario, terminar con la banca privada, prohibir la compra de campos a extranjeros y otras genialidades propuestas en estos días.
Lo más básico: dar certeza a quienes quieran invertir y trabajar (y a los que pretendan quedarse en el país, sin miedo por su seguridad personal).
Respeto por la Constitución y las leyes, lo que incluye no legislar salvo que sea necesario y en tal caso hacerlo técnicamente bien. Segunda línea fundamental de política: abrir. Abrir el país al mundo. Comercialmente, para que pueda competir y así mejorar su productividad y aumentar su producción. Abrirlo a la innovación, abrirlo en materia educativa.
No más monopolio estatal uniformizando (hacia abajo) al sistema educativo público. Descentralizar las decisiones, abrir el abanico de opciones y experiencias, premiar la excelencia, desterrar la igualación como meta e ideal.
Abrir también el país en sus prácticas internas: desmonopolizar. Tenemos que ser un país con una estructura energética óptima y no un país al servicio de empresas como Ancap y UTE.
Desregular: somos uno de los países en el mundo donde es absurdamente difícil montar una empresa. La filosofía dominante es que todo empresario es un chorro, salvo que pruebe lo contrario. Privatizar. ¡Perdón! Eso no se dice. Quise decir, «asociarse con privados». Permitir que el Estado haga bien lo que debe hacer y que la sociedad también lo haga.
Y flexibilizar el mercado laboral. No para despedir, ni para «negrear», abusar o aprovecharse. De todo lo cual hay un peligro muy relativo, en un país chico, con una fuerte cultura solidaria y un Ministerio ducho en vigilar. Flexibilizar para poder trabajar. Para que haya demanda. Con la realidad actual, regulatoria y sindical, sólo contrata gente el que no tiene más remedio.
Por último, para poder llegar a cosechar los resultados positivos que esas medidas sin duda producirán, tenemos que sobrevivir la tenaza del gasto público excesivo y el endeudamiento, apenas menos pesado. Puentear esa situación requerirá como mínimo de un acuerdo político para contener el gasto (lo ideal sería modificar aspectos presupuestales de la constitución) y de una renegociación de la deuda, área en la cual el gobierno lega al país un excelente equipo especializado.
Tomado de la columna titulada «Vuelta al país de la frazada corta» por Ignacio de Posadas. «El País», 28-03-2009.
Más artículos de Ignacio de Posadas en nuestra sección «Petit De Posadas».

Casino dejaron nada: Gandini pide ampliar denuncia

marzo 28, 2009

El diputado Jorge Gandini solicitará a la jueza Fanny Canessa una ampliación de la denuncia sobre lo ocurrido en Casinos Municipales entre 2000 y 2005. Se trata de dos resoluciones sobre la negociación con Carmitel, firmadas por el ex intendente Mariano Arana y la ex secretaria general María Julia Muñoz.
El 2 de febrero de 2002, ambos jerarcas municipales aceptaron el «desistimiento de la petición formulada por la firma Carmitel S.A.», que había solicitado a la comuna «se abstuviera de dictar actos o realizar operaciones jurídicas tendientes al traslado del Casino Municipal del Hotel Carrasco, hasta tanto se resolviera la impugnación presentada al Poder Ejecutivo» contra el permiso otorgado para habilitar provisoriamente el Hotel Oceanía, según versa la resolución 669/02.
En el documento se habla asimismo de un «acuerdo» alcanzado entre la Administración y la empresa privada y se expresa textualmente que «por nota del 14 de febrero de 2002, la peticionaria (Carmitel) reconoce que la administración se abstuvo de innovar a fin de no perjudicar la concesión» y señala «como resultado de negociaciones con la misma», aunque no se mencionan las contrapartidas. Al pie de la resolución se da vista de la medida al Departamento de Desarrollo Económico e Integración Regional, cargo ocupado entonces por Alberto Roselli.
Para solicitar la ampliación el legislador se basa en el auto de procesamiento de los imputados, donde se señala que «la indagatoria se encuentra recién en su comienzo» y que «su objeto es determinar nuevas responsabilidades para lo cual habrá tiempo durante el sumario».
Gandini adjunta asimismo la resolución 1009/02 con fecha 15 de marzo de 2002 en la cual se aprueba el texto del contrato con Carmitel para el arrendamiento de máquinas slots para la sala de juegos del Casino Carrasco. También en este caso se delegó responsabilidad en Roselli.
El representante nacional subraya que Arana y Muñoz «entablaron negociaciones reservadas» con Carmitel que «hoy a valores actuales le reporta aproximadamente U$S 400.000 anuales, sin exigirle que cumpla con las obligaciones principales del contrato de concesión».
Gandini solicitará asimismo a Canessa que se oficie a la Junta Asesora en Materia Económico Financiera las declaraciones juradas de Arana, Muñoz, Roselli, Juan Carlos Bengoa y Orestes González, «desde su ingreso a la Administración hasta la fecha».

¿Hay luces para apagar?

marzo 27, 2009

Mañana se cumplirá «La Hora del Planeta», una iniciativa que involucra a más de 2.800 ciudades de 84 países. El objetivo es impulsar un acuerdo global que permita establecer un frente de lucha contra el cambio climático y para llegar a tal objetivo se propuso apagar durante una hora las luces no esenciales de casas y edificios –públicos y privados– durante una hora. La medida se aplicará en cada uno de los 24 husos horarios en los que de 20.30 a 21.30 horas se apagarán las luces en todo el mundo.
Varias compañias locales, mayormente internacionales, aprovecharon la bolada para hacer publicidad gratis «sumándose» a la campaña de corrección medioambiental. En efecto, Coca Cola, Lksur, Improfit, Unilever, C.A.F.O, McCann Erikson Premium, Deres, Cempre, Credit Agricole, Punto Ogilvy, y República AFAP apagarán sus edificios y cartelería publicitaria.
¿Usted va a apagar la luz?
-«¿Y usted se va a plegar al «frente de lucha contra el cambio climático» apagando las luces de su casa a la hora señalada?»-, le pregunta un periodista a un transeunte que camina por el medio de la calle Tristan Narvaja para que no lo roben o violen en la vereda.
-«Hace 20 años que nos plegamos ‘al frente’ en Montevideo»-, contesta el peatón.
-«Me refería a ‘La Hora del Planeta'»-, aclara el periodista.
-«No alcanzo a ver la hora»-, replica el peatón con algo de impaciencia mientras miraba su reloj a la luz roja del semáforo. -«Pero si acá en Montevideo es una boca de lobo todas las noches, todo el año. Desde hace 20 años. Y desde antes también…»- agrega con sorna.
El periodista intenta seguir con la entrevista pero el peatón ya agarró viento en la camiseta: -«Estamos podridos de ayudar al planeta por estos lados. No se ve ni la Colonia. Nunca. Y además ayudar al planeta no paga. Porque vienen los chorros y te despluman. Y encima te cagan a palos»- se explayó levantando un poco la voz.
El peatón siguió rumbeando por el repecho de Tristán Narvaja con el periodista atrás. La entrevista ya había terminado.

La heladera de Sendic

marzo 27, 2009

El presidente de Ancap, Raúl Sendic, participó en un acto político de José Mujica, algo que le está vedado expresamente por el artículo 77, numeral 4º , de la Constitución, en su calidad de jerarca de un ente autónomo. Su intromisión en la arena política no es nueva. Siendo director de Ancap, a la vuelta de uno de sus viajes a Caracas, pronunció aquella célebre frase en donde auguró un triunfo del Frente Amplio cualquiera fuera su candidato. «Ganamos incluso con una heladera de candidato», dijo en un alarde de triunfalismo.
Aquellos tiempos felices son sólo recuerdos lejanos para el progresismo. El despiadado espejo de las encuestas muestra a diario una imagen desagradable para los nunca vistos. «La heladera» es Mujica, un modelo destartalado y anacrónico que no funciona. Entonces Sendic no tiene más remedio que salir a hacer política por los tablados, desconociendo a la Constitución.

«La mano en la canilla»

marzo 26, 2009

La leche comenzó a faltar ayer por la tarde como consecuencia de la suspensión por 15 días de un trabajador afiliado al sindicato de Conaprole.
Si.. si… leyó bien. En Conaprole suspendieron a un tipo del sindicato, y el sindicato cortó el abastecimiento de leche a todo Montevideo y varias zonas del interior. Asi nomás. De una.
«Tenemos la mano en la canilla», amenazó en «Ultimas Noticias» el dirigente sindical Roberto Galli, asegurando que la empresa se valió de un episodio «banal» para adoptar una sanción grave contra el funcionario. O sea que el sindicato «cerró la canilla» de leche a la población por un episodio sin importancia. Solamente para dejar en claro que «la canilla» la maneja el sindicato, no la empresa.
El sindicato de Conaprole es un sindicato radical con una larga historia de conflictos que siempre terminan atacando a los consumidores. Por su parte, Conaprole vuelve a mostrar que en estas circunstancias es incapaz de controlar sus propiedades, de defender sus mercados y de proteger a sus consumidores.
Es como Cutcsa (otra cooperativa, oh casualidad). Cuando estalla un conflicto en estas empresas inmediatamente se castiga a los consumidores, mientras los empresarios ni dan la cara ni toman medidas drásticas para asegurar servicios que son esenciales y que además están subsidiados por los consumidores y son oligopólicos.

Democracia en Europa

marzo 25, 2009

En 1835 Alexis de Tocqueville publicó el primer volumen de su máxima obra «Democracia en América». El libro estaba escrito para acercar a los europeos a la política y la sociedad americanas, un tema de interés en parte por la fascinación del viejo continente con los Estados Unidos, un nuevo y desconcertante país a un océano de distancia. Pero más significativamente, los europeos querían saber sobre el sistema político americano y sus implicancias sociales, ya que muchos europeos pensaban entonces en una transición de la monarquía a la democracia.
Hoy los papeles se han invertido, y es Estados Unidos quien se puede beneficiar con una lección transatlántica. Con su plan de estímulo y su presupuesto para 2009, el presidente Obama ha propuesto enormes cambios de nuestro sistema político y económico que moverán a Estados Unidos de lleno en la dirección de un estado de bienestar social. Estados Unidos no tiene experiencia con tal sistema, pero Europa si. Los americanos deben aprender de los europeos como funcionan los estados de bienestar social, y que impacto tiene el bienestar social en la sociedad europea.
El plan de estímulo y el presupuesto del presidente Obama representan intervenciones sin precedentes en áreas como salud, educación y la economía (…) cuyo resultado final casi seguramente será la nacionalización de nuestro sistema de salud y la gratuidad de la enseñanza terciaria. Mientras tanto, el plan de estímulo prové miles de millones de dólares para proyectos e industrias particulares, eligiendo por lo tanto ganadores y perdedores en la economía privada, algo que usualmente hacía el libre mercado.
Para los americanos todo esto es extraño y puede parecer mayormente inocuo. Pero Europa nos da la oportunidad de ver a donde nos llevan esas políticas, y lo que nos muestran es extremadamente perturbador.
Con relación a la salud: en Gran Bretaña, son canceladas 100,000 operaciones al año debido a la necesidad de racionamiento. En Suecia, los pacientes deben esperar hasta 25 semanas para coordinar una cirugía cardíaca. Cuando los pacientes en esos países son finalmente atendidos, a menudo son tratados con tecnologías que hace tiempo que son obsoletas. Esos resultados no son particulares de Europa; ocurren en cualquier país donde el gobierno controla el acceso a la salud y regula todo, desde los precios de los medicamentos hasta los salarios de los medicos. Esas intervenciones frenan la provisión de cuidados sanitarios de alta calidad y aumentan la demanda, creando de ese modo dolorosas escaceses. También se destruyen los incentivos para la innovación, limitando el potencial para los avances tecnológicos que bajan costos y salvan vidas.
También vemos patrones similares en los sistemas educativos de Europa. Austria y Alemania, por ejemplo, tienen universidades gratis para todos. Como resultado, se presentan demasiados estudiantes cada año, lo que lleva a salones de clase superpoblados y profesores que no pueden dedicar atención individual a los estudiantes. Además de eso, el gobierno impone cuotas en el número de estudiantes que quieren cursar ciertas disciplinas superpobladas. Todo esto valdría la pena si permitiera que los buenos estudiantes obtuvieran títulos universitarios que de otro modo no podrían financiar. Sin embargo, desafortunadamente, es mucho más común que los estudiantes continúen matriculados por años y años, probando una carrera y después otra, sin sentido de urgencia o propósito. La atmósfera en las aulas se deteriora porque los estudiantes no toman sus responsabilidades académicas seriamente. ¿Por qué deberían cuando se les da todo sin costo? Esta es en parte la razón de porque los europeos ambiciosos vienen rutinariamente a Estados Unidos a tomar sus cursos universitarios.
Parte del argumento en favor del plan de estímulo de Obama es que la infraestructura de Estados Unidos está atrasada en relación a la que se encuentra en los países europeos, especialmente Alemania. Aunque esto pueda ser cierto, no deberíamos hacernos ilusiones sobre el por qué: enormes sumas de dinero son extraídas de los alemanes para que su gobierno pueda construir grandiosos aeropuertos, lujosos trenes y edificios gubernamentales extravagantes. Esto significa que el alemán promedio se queda con menos ingresos, por lo que los alemanes de clase media tienen hogares más pequeños que los americanos, ahorros personales más limitados, y menos dinero para gastar en entretenimiento, habitación y comida. El sistema alemán consiste en redistribuir la riqueza desde la gente al gobierno. El gobierno recauda más, por lo tanto los proyectos gubernamentales son más lindos; pero la gente gana menos por lo que no vive tan bien, o tiene tantas opciones y oportundades económicas, como los ciudadanos de países más libres.
Mucho más perniciosos son los efectos que estas políticas han tenido en la psiquis europea. El ejemplo más reciente fue cuando los países del mundo debatían sobre cómo responder al colapso de la economía global. En Estados Unidos, los americanos saludaron el pasaje de la ley de estímulo en febrero con sentimientos encontrados; la noción que el gobierno federal está mejor posicionado para arreglar la economía todavía no es universalmente aceptada en Estados Unidos. En Francia, por el contrario, cientos de miles de trabajadores marcharon por las calles demandando que el gobierno gastara más dinero, creara más trabajos, y financiara más programas para enfrentar la crisis económica. No hay nada en el ADN francés que los haga más dependientes del gobierno. Más bien, es el efecto acumulativo en la psiquis francesa de años de cuasi-socialismo.
El impacto psicológico del estado de bienestar es evidente también en otras áreas. Cuando el gobierno alemán estaba explorando la idea de imponer modestas matrículas anuales a los estudiantes universitarios, los estudiantes protestaron, a veces violentamente. Se veían como depositarios del derecho a una educación universitaria gratuita y no estaban dispuestos a considerar la idea de que la matrícula podría tener efectos positivos (como permitir a las universidades modernizar sus instalaciones y expulsar a los estudiantes que no tienen un interés genuino en la educación superior). Del mismo modo, una propuesta alemana de introducir un pago de 10 euros para ciertas consultas médicas se enfrentó al escándalo popular. Una vez que el gobierno crea la expectativa de que proverá un servicio sin costo, es casi imposible revertir el curso.
El efecto de todo esto es el endurecimiento del pensamiento independiente, precisamente el tipo de pensamiento que resulta en un vibrante sector privado, movido por un empresariado creativo. Tal empresariado se vuelve cada vez menos relevante ante la opinión pública mientras el gobierno federal, no el mercado libre, toma las decisiones críticas sobre cuales productos, ideas y proyectos merecen ser atendidos y financiados.
Pero es tal vez en la tercera edad donde las discrepancias entre los americanos y los europeos son más marcadas. Luego de una vida de logros personales — de experimentar toda la gama de riesgos y recompensas que permite el mercado americano, o habiendo tomado sus propias decisiones, desarrollado sus gustos y disgustos, pagado por su educación, pagado por la educación de sus hijos, pagado por su casa, y ahorrado para su retiro — los jubilados americanos exudan una inconfundible confianza, felicidad, y sentido de haber cumplido. Mientras tanto, al jubilado europeo el gobierno le ha quitado la oportunidad de experimentar el mismo sentimiento. Fue el gobierno el que puso a sus hijos en la universidad, y el que ahora paga su pensión. Habiendo pagado impuestos excesivos durante toda su vida, el jubilado europeo normalmente no ha amasado riqueza personal o tampoco ha tenido la oportunidad de comprar una propiedad significativa. Nunca tuvo que confiar realmente en sí mismo y en aquellos cercanos a él porque siempre supo que el gobierno estaría allí — le gustara o no — si alguna vez necesitaba ayuda.
Algunos pueden pensar que esta es una perspectiva envidiable, pero cuando vemos al jubilado europeo promedio el panorama es diferente. El espíritu humano no responde bien a la dependencia. Se debilita. La libertad de decidir, de acertar o errar por sus propios méritos, la templanza que resulta de tener que confiar en nosotros mismos — esas son las cosas que nos hacen enteros. Y esto es precisamente la parte más importante de esta moraleja: los americanos deben resistir el debilitante estado de bienestar, si no quieren perder no sólo su americanismo esencial, sino también esa incuantificable medida de humanidad.
Tomado del artículo titulado «Democracy in Europe — It’s lethargic and uninspiring — and ours could be like it soon», por Alexander Benard. National Review Online, 23-03-2009.

El novio del Bombón Asesino

marzo 24, 2009

Cris Namús, alias «El Bombón Asesino», cumple a la perfección el antiguo papel de estrella deportiva al servicio de la propaganda oficial. Como el «Mono» Gatica en la época de Perón, pero más «mona». La campeona mundial también se ha convertido en la principal imagen publicitaria de Antel, la empresa telefónica estatal.
Todo comenzó con un programa de la Presidencia denominado «Knock Out a las drogas», promovido expresamente por Tabaré Vázquez, para «disciplinar, orientar, instruir y sobre todo ocupar positivamente el tiempo libre de los y las adolescentes de nuestro país». El programa no sólo promueve la práctica del boxeo, sino «mucho más».
Dentro del «mucho más» hay una actividad colateral poco clara y de alcances difusos que consiste en «apoyar logísticamente a varios boxeadores profesionales». Los boxeadores profesionales apoyados por el programa se entrenan «en las instalaciones del Complejo del Ejercito», y se les facilita «preparadores físicos, atención médica, comida y muchas veces también alojamiento». «Así lo hicimos con Caril ‘Ratón’ Herrera, Chris ‘El Bombón Asesino’ Namus, Rafael Sosa Pintos, entre otros», detalla un folleto promocional del programa.
Namús en el jet set progresista
Hoy «El Bombón Asesino» es la estrella top del jet set progresista, y parece que eso tiene muchos más beneficios que su carrera boxística subsidiada por el gobierno, o su trabajo publicitario en Antel. Parece que su novio, otro boxeador, fue contratado como adscripto a un director de Antel. La directora del ente, Gladys Uranga, confirmó el contrato, pero no quiso explicar las razones.
Gerardo Sotelo es incisivo en su columna de hoy en «El País» sobre el tema: «Chris Namus es una deportista excepcional. Apenas salida de la adolescencia, ya es campeona mundial juvenil de boxeo y se prepara para logros mayores. El novio, en cambio, todavía no ha desarrollado su potencial en el deporte de los puños, pero el gobierno le tiene una fe bárbara. Tanto que lo ha premiado con un puesto de asesor, consultor o lo que sea, adscripto al directorio de Antel, la gema de la corona, garante de la soberanía nacional y buque insignia de la transformación tecnológica del país.»
«Aunque nadie lo expresa con la suficiente contundencia, el acomodo de amigos, parientes, amantes o figuras públicas en decadencia en puestos que pagan todos los uruguayos, es una de las formas de la corrupción.»
«No queda claro cuándo ni cómo, esta práctica decadente de los partidos tradicionales se convirtió en una política progresista. Por el contrario, en alguna medida el Frente Amplio alcanzó el poder porque buena parte de la ciudadanía estaba harta de tales manejos.»
«Compañeros, yernos, amantes, antiguos deportistas, novios de adherentes destacadas… la generosidad y diligencia de los burócratas para gastar el dinero ajeno no tiene fin.»

Montevideo, tu casa…

marzo 23, 2009

Sin racionalidad no hay progresismo

marzo 22, 2009

En un discurso pronunciado hace pocos días, el presidente Obama anunció una medida que muchos esperaban: la aprobación de un gran paquete de fondos públicos para mejorar el funcionamiento de la enseñanza en más de 150 distritos escolares que enfrentan dificultades.
Pero, si bien Obama anunció que va a gastar más, también adelantó que no está dispuesto a hacerlo de cualquier modo. Los recursos complementarios serán utilizados para remunerar a aquellos docentes que consigan mejoras en los niveles de aprendizaje y se comprometan en proyectos de fortalecimiento institucional. Dicho de otro modo: los docentes van a tener que esforzarse para acceder a ese dinero. Más aun: van a tener que competir entre ellos.
No conforme con eso, Obama anunció una política complementaria: aquellos docentes que no consigan resultados mínimamente satisfactorios deberán abandonar la profesión. No son los alumnos quienes deben pagar los costos del fracaso educativo: «Permítanme ser claro. Si un docente recibe una oportunidad, dos oportunidades o tres oportunidades, y aun así no mejora, no hay excusas para que esa persona siga enseñando. (…) Es tiempo de empezar a premiar a los buenos docentes y dejar de fabricar excusas para los malos».
Las declaraciones del presidente Obama constituyen un gesto de valentía política, ya que abren un frente de conflicto con un aliado interno. En EE.UU. como en casi cualquier lado, los gremios docentes tienden a rechazar toda propuesta que implique comparar el desempeño de un docente con otro. Lo que ellos hacen todo el tiempo con sus alumnos no puede hacerse con ellos mismos. Pero eso es justamente lo que propone Obama. Su idea es que, si no se compara, ganan los peores.
Mientras Obama se declara insatisfecho con el funcionamiento de la enseñanza pública y exige gastar mejor, nuestras autoridades se limitan a festejar el aumento del gasto y a cultivar la autocomplacencia. Mientras tanto, nuestra enseñanza pública sigue derrumbándose. Pero ahora lo hace a mayor costo.
Qué bueno sería que nuestros progresistas admitieran que lo importante no es gastar mucho sino gastar bien. Qué bueno sería que reconocieran el daño que se está causando a miles de alumnos y el enorme esfuerzo que están haciendo los contribuyentes. Qué bueno sería que tomaran medidas lúcidas y valientes, en lugar de entregar el poder a los sindicatos y afirmar que en eso consiste el progresismo.
Tomado de la columna titulada «Progresismo auténtico» por Pablo Da Silveira. «El País», 21-03-2009.
Más columas de Pablo Da Silveira sobre educación, aquí.